Y te atreves a venir sin más, sin pedir permiso y sin avisar… y me revuelves todo, incluso las ganas de amar que ya no tenía. Y entonces descubro que sí que las tengo, tímidas, escondidas, heridas y menguadas, pero vivas.
Y entonces busco el cuchillo oculto, el filo que desgarrará las ilusiones que pueda hacerme, los sentimientos que nazcan y el futuro que sueñe… y no lo encuentro. Te atreves a venir y lo haces desarmado, como los verdaderos valientes, anulando todos mis planes de protección.
Y espero pacientemente que te marches, que encuentres esos defectos míos que te hagan salir corriendo, que huyas cuando mi opinión sea diferente, que me abandones cuando mi personalidad sea demasiado y mi forma de ser demasiado poco, que escapes ante la más mínima idea de responsabilidad… pero te quedas y me abrazas con tu compromiso.
Y vuelvo a escuchar canciones en francés, a querer recuperar todo el amor que desperdicié con los hombres equivocados, a querer coser las heridas que dejé abiertas para no olvidar que el amor duele y a descubrir que el amor, no duele.
Y no duele.
Y a pesar de que no duele, muero de amor.
Y me doy cuenta de que contigo no tienen sentido los puntos suspensivos. Que contigo no quiero un punto y aparte ni un punto y final. Que ya solo quiero frases con «y» contigo. Y te doy todas mis frases con «y».
Me gusta como escribes, abres mi imaginación…
La imaginación creo que es de las mejores cosas a las que puede incitar la lectura, así que me doy por satisfecha. Muchas gracias por tu comentario.